El SIDA, enfermedad producida por el Virus de Inmunodeficiencia Humana, ha sido la enfermedad considerada la más terrible aún antes que el cáncer por su rapidez de transmisión y los daños que causa al organismo. Desde su aparición se convirtió en una pandemia que ha diezmado a miles de personas en todo el mundo.

La pandemia de esta variante del virus se originó a principios de 1920 en Kinsasa, actual capital de la República Democrática del Congo (entonces conocida como Leopoldville), y se expandió por el resto del mundo a partir de los años 60. Al principio generó rechazo al ser circunscrito a un grupo en particular, debido a la aparición de varios casos de neumonía y Sarcoma de Kaposi, principalmente en pacientes homosexuales masculinos.

Fue en 1982 cuando se le dio el nombre de SIDA (Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida). Años más tarde, al comprobarse la gravedad y la rapidez con la que se transmitía, tanto a homosexuales como heterosexuales, se comenzó a trabajar seriamente en estrategias de información para difundir la urgencia de la prevención, así como de ayuda para los cientos de miles de personas de todos los géneros, etnias y edades que padecían la enfermedad.

Para generar conciencia sobre lo que significa el VIH/SIDA para la humanidad y ante la necesidad de crear lazos de solidaridad internacional, desde 1988, cada 1 de diciembre se celebra Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, fecha en la que gobiernos, organizaciones internacionales, instituciones públicas y privadas se unen para impulsar iniciativas relacionadas con la prevención, tratamiento y atención de quienes padecen la enfermedad en todo el mundo.

La meta planteada desde hace años es lograr la erradicación de la epidemia en el año 2030. Hoy, 1 de diciembre, como cada año, se convierte en un día fundamental para impulsar la solidaridad de gobiernos, proveedores de servicios de salud, organismos de cooperación, la sociedad civil, las personas viviendo con VIH, poblaciones clave y otros interesados directos en la lucha contra este terrible virus.

Los objetivos: insistir en la necesidad de una lucha conjunta en función de lograr la concienciación acerca de la prevención combinada del VIH, la detección temprana, el acceso al tratamiento retroviral -especialmente para los países de más bajos recursos- y lograr detener la transmisión del virus en los próximos años.